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SUPERAR UN MIEDO IRRACIONAL

CON LA TERAPIA DE REGRESIÓN
19 de noviembre de 2025 por
TERAPIA DE REGRESIÓN

Cómo una sesión de regresión ayudó a superar un miedo irracional

Hay miedos que nacen de una experiencia concreta. Otros aparecen sin una causa clara. Son esos temores que parecen salir de la nada, que bloquean la vida diaria y que no se explican con historias personales. A veces ni siquiera los entendemos. Solo sabemos que están ahí. Este artículo cuenta el caso de una persona que logró superar un miedo irracional a través de una sesión de regresión. No busca convencer, sino mostrar un proceso real y el tipo de resultados que algunas personas experimentan.

El miedo que no tenía explicación

La protagonista de esta historia es Laura. Desde pequeña sentía un miedo intenso al agua profunda. No era un simple respeto. Era un pánico que se activaba incluso al ver una piscina honda o fotos del mar. Nunca había vivido un episodio traumático en el agua. Sus padres confirmaban que no había caído, no se había ahogado, ni había sufrido ningún accidente. El miedo no se sostenía en nada que pudiera recordar.

Con el paso del tiempo, ese miedo empezó a limitar su vida. Evitaba playas, excursiones con amigos y cualquier plan que implicara agua. Lo peor era no entender por qué. Había probado ejercicios de respiración, visualizaciones guiadas y algunas sesiones de psicología tradicional. Todo ayudó un poco, pero el núcleo del miedo seguía intacto. Sentía que había algo detrás que no lograba ver.

El momento de buscar otra ruta

Laura no llegó a la regresión buscando la solución milagrosa. Llegó porque necesitaba abrir una puerta distinta. Una amiga cercana habló de su propia experiencia y Laura decidió probar. No tenía grandes expectativas. Solo quería comprender ese miedo y escuchar lo que su mente pudiera decirle.

En la primera sesión,  le expliqué el proceso. Le aclaré que no se trataba de borrar recuerdos, ni de implantar ideas. La regresión se basa en un estado de relajación profunda y expansión de la conciencia que permite acceder a memorias emocionales que a veces quedan fuera del alcance consciente. Pueden ser recuerdos simbólicos, asociaciones olvidadas o escenas que representan algo interno. La experiencia es personal y única.

Con esa información, Laura aceptó iniciar el trabajo.

La entrada al recuerdo

La sesión comenzó con ejercicios de respiración lenta. Laura fue guiada hacia un estado de calma en el que su mente podía soltar el control habitual. La acompañé con preguntas sencillas y con una voz que marcaba un ritmo estable.

En un momento, Laura comenzó a sentir una imagen que aparecía sin esfuerzo. Estaba en un barco antiguo. No sabía de dónde venía esa imagen ni por qué la veía con tanta claridad. Sentía el movimiento de las olas, el crujir de la madera y un viento frío en el rostro. Lo más llamativo era la sensación de angustia en el pecho. No venía de la escena en sí, sino de algo que iba a ocurrir.

A medida que la guiaba, la imagen avanzó. Laura se vio en medio de una tormenta intensa. Escuchaba gritos y agua entrando por la cubierta. Su cuerpo físico, recostado en la camilla, reaccionó con tensión involuntaria. Sus manos se cerraron con fuerza. En la escena que estaba viviendo, sintió que caía por la borda. La oscuridad del agua la envolvía. La sensación era tan fuerte que su respiración se aceleró.

Intervine en ese momento. La ayudé a respirar, a observar la escena desde una posición segura y a soltar la emoción sin revivirla con daño. Laura pudo describir cómo el agua la arrastraba hacia abajo. Después llegó un silencio profundo. Aunque la escena era intensa, ella empezaba a sentir alivio, como si la carga emocional se hubiera liberado al mostrar su origen simbólico.

Lo que la mente quiso decir

La escena del barco no tenía por qué ser un recuerdo literal. Para Laura fue una representación emocional potente que conectó con el origen de su miedo. La sensación de ahogo, la caída, la falta de control y la oscuridad del agua coincidían exactamente con sus síntomas cuando se enfrentaba al mar en la vida real.

Como terapeuta no busqué interpretar de forma rígida lo que Laura vio. Simplemente la invité a escuchar lo que sintió y a notar cómo ese miedo tenía una historia, real o simbólica. Al final de la sesión, Laura afirmó algo importante: ya no sentía que el miedo viniera de la nada. Había una raíz emocional que había salido a la superficie.

Ese simple cambio de perspectiva abrió una puerta a la calma.

El alivio después de la sesión

Durante los días siguientes, Laura notó un cambio progresivo. No desapareció todo de golpe, pero la intensidad del miedo bajó de forma clara. Volvió a ver fotos del mar y ya no sentía ese pequeño nudo en el estómago. Cuando se acercó a una piscina honda, algo dentro de ella estaba más tranquilo. No experimentaba la tensión inmediata que antes la invadía.

En una segunda sesión, trabajó la seguridad interior. Reforzó la idea de que podía estar cerca del agua sin revivir la angustia que antes cargaba. Semanas después, dio un paso que para ella era enorme. Se atrevió a entrar en el mar hasta la cintura. Sentía respeto, pero no pánico. Miró hacia atrás y se dio cuenta de que por primera vez en muchos años el miedo no la controlaba.

Qué muestra este caso

Este caso no prueba que todas las fobias tengan un origen oculto ni que la regresión sea la única vía. Lo que muestra es que algunas personas encuentran respuestas cuando conectan con recuerdos emocionales que su mente consciente no entiende. A veces el origen está en un momento olvidado de la infancia. Otras veces aparece una escena simbólica que refleja una parte interna que pide ser atendida.

La regresión no es magia. Es un trabajo guiado de introspección profunda. Permite observar emociones desde un espacio seguro. Cuando la persona puede ver la raíz, el cuerpo deja de reaccionar de forma automática. La emoción se deshace y vuelve a su lugar.

Una invitación a escucharte

Si tienes un miedo que no logras explicar, no estás solo. Muchas personas cargan emociones que no entienden del todo. Explorar el origen, ya sea a través de la regresión u otras herramientas terapéuticas, puede liberar peso y abrir espacio para vivir con más calma. Lo importante no es lo espectacular de la escena que aparezca, sino lo que la experiencia te permite comprender de ti mismo.

La historia de Laura es solo una de muchas. Lo que la hace valiosa es el cambio real que vivió. Pasó de evitar el agua a convivir con ella sin miedo. Recuperó libertad y confianza. Eso es lo que busca cualquier proceso terapéutico: ayudarte a recuperar tu vida.